José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay y una de las figuras más icónicas de la izquierda latinoamericana, falleció este martes 13 de mayo a los 89 años tras una dura batalla contra un cáncer de esófago. Había anunciado en enero que la enfermedad se había diseminado por su cuerpo y que no seguiría con tratamientos. Pasó sus últimos días en su casa de Rincón del Cerro, rodeado de su esposa Lucía Topolansky y de gallinas, flores y una vieja Vespa que lo acompañó casi tanto como su leyenda.

“Me estoy muriendo, pido que me dejen tranquilo”, había dicho entonces, fiel a su estilo: directo, sin eufemismos y con la sabiduría del que ya no tiene nada que demostrar.
El guerrillero que terminó sembrando flores
Pepe Mujica nació el 20 de mayo de 1935, hijo de una familia con raíces vascas e italianas. En su juventud, fue ciclista, vendió flores y estudió derecho, pero terminó empuñando una subametralladora Uzi y militando en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una guerrilla urbana influenciada por el Che Guevara y la revolución cubana.

Fue baleado, torturado y encarcelado. Pasó casi 13 años preso, algunos de ellos en condiciones infrahumanas, aislado en un aljibe seco donde hablaba con las ratas para no perder la cordura. “Nos quisieron volver locos, pero no pudieron”, solía decir con orgullo. Esa etapa fue retratada en la película La noche de los 12 años, protagonizada por Antonio de la Torre.
Tras su liberación en 1985, volvió, pero no a las armas: se integró a la política a través del Frente Amplio, una coalición de izquierda. Fue diputado, senador, ministro de Ganadería y, en 2010, presidente de la República.
El presidente que vivía como nadie
Mujica gobernó Uruguay entre 2010 y 2015 con una mezcla de firmeza ideológica y ternura campestre. Durante su mandato, impulsó leyes de avanzada como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la regulación del cannabis. También incrementó el gasto social, bajó el desempleo y duplicó el salario mínimo.
Pero lo que más llamaba la atención del mundo era su estilo de vida: seguía viviendo en su chacra, donaba gran parte de su sueldo, vestía como cualquier vecino y se transportaba en un escarabajo azul que se volvió símbolo de su filosofía de vida:

“No soy pobre, soy sobrio. Vivo con lo justo para que las cosas no me roben la libertad”, repetía.
Su casa recibió visitas de personajes tan disímiles como Maradona, el papa Francisco o la canciller alemana Angela Merkel. A todos los recibía con vino casero, pan crujiente y esa capacidad suya de hacer reflexionar con frases como: “No venimos al mundo solo para trabajar y consumir, venimos a ser felices”.

Gustavo Petro, presidente de Colombia, lamentó profundamente su partida y recordó el homenaje que le rindió en diciembre de 2024 con la Cruz de Boyacá, la máxima distinción civil de su país. En esa ceremonia, realizada en la chacra de Mujica, Petro lo llamó “símbolo de reconciliación y paz”. Lula da Silva, presidente de Brasil, también lo condecoró con la Cruz del Sur, diciendo: “Pepe es la persona más extraordinaria que conocí”.
@gustavopetrooficial Gracias por tus palabras, hermano Pepe. Seguiremos poniendo nuestra vida al servicio de la paz de Colombia y de la integración de nuestra América. #pepemujica #uruguay🇺🇾 #petropresidente #gustavopetro #petro #mujica #Paz ♬ sonido original – Gustavo Petro
Hasta siempre, Pepe. 🌹#Luto #Mujica #PepeMujica #PTBrasil pic.twitter.com/8Qz14zf6R9
— PT Brasil (@ptbrasil) May 13, 2025
Del cartel de “hombre sándwich” a ícono global
Lo que no logró con la lucha armada lo consiguió en las urnas. Se convirtió en un rockstar político global, un símbolo de austeridad y sentido común. Su imagen apareció en libros escolares, documentales, memes y discursos de Naciones Unidas.
“Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo, fui aplastado, derrotado, pulverizado, pero sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente pueda vivir un poco mejor y con un mayor sentido de la igualdad”
Que vuele alto Pepe Mujica. Gracias por todo pic.twitter.com/rRR4JiYpsr
— Irene Montero (@IreneMontero) May 13, 2025
En 2024, ya retirado, sorprendió con una última jugada política: postuló al Senado a Blanca Rodríguez, figura de la televisión uruguaya. En agosto de ese año, todavía repartía consignas con el cuerpo y la sonrisa, aunque el cáncer ya lo había alcanzado.
Su última gran lección fue aceptar la muerte con la misma paz con la que hablaba del tiempo, de los perros y de la vida en comunidad: “Soy consciente de que pertenezco a una generación que se está yendo. La lucha continúa”.
«Si pudiera volver a vivir, dedicaría mi vida a luchar por ustedes, por mi pueblo»
Pepe Mujica se va, pero queda el ejemplo. pic.twitter.com/odPQglu0RY
— Ideas en Guerra (@ideasenguerra) May 13, 2025
Un legado que no muere
Pepe Mujica se va dejando una huella profunda en la política, no por los cargos que ocupó, sino por el ejemplo que encarnó: el de la coherencia, la humildad, la palabra reflexiva y la acción comprometida.
@motivarte365 Te caes, TE LEVANTAS 🙌 #pepemujica #motivacion #vida #reflexion #exito ♬ Jacob and the Stone – Emile Mosseri
En una región marcada por desigualdades, corrupción y discursos vacíos, su figura seguirá recordando que otra forma de hacer política es posible. Una donde la ética no se negocia, donde la revolución no es de mármol ni de bronce, sino de carne, tierra y afecto.
Y como él mismo diría, “al fin y al cabo, que me quiten lo bailado”.