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miércoles, abril 24, 2024

UG gasta dos millones en habilitar sala de juntas en finca catalogada, porque “les falta espacio”

Guanajuato, Gto. Sin ningún viso de austeridad, la Universidad de Guanajuato (UG) se gastó casi 2 millones de pesos en la rehabilitación, adecuación, mantenimiento y remodelación de una vivienda de aproximadamente cien metros cuadrados, obtenida de un intestado, que se convertirá en sala de juntas, debido a la “falta de espacios” en el Edificio Central.

El inmueble catalogado conocido como la casa del Boliche número 3  se ubica sobre la calle Alonso, entre el callejón del Boliche y callejón de la Luz, donde sin mayor problema  la UG logró el aval del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y el permiso con un trato privilegiado de la dirección de Desarrollo Urbano quien no cobró a la UG por la autorización de los trabajos de restauración y restructuración.

Foto: Tere Segura

A principios del 2017, el rector general de la Universidad de Guanajuato Luis Felipe Guerrero Agripino anunció un plan de austeridad con bombo y platillo, en apoyo a estudiantes y a las funciones académicas luego del gasolinazo. Entre las medidas destacó la “raquítica” reducción del cuatro por ciento al salario de los funcionarios de primer nivel. A pesar de los criterios de austeridad, la UG destinó en ese mismo año más de Un millón de pesos en las adecuaciones de la finca.

Llama la atención que el espacio sea destinado para sala de juntas, cuando en el edificio central existen por lo menos tres salones destinados a este uso: sala de Rectoría, Sala Ashland y Sala University of Texas at Dallas (UTD). Además, la UG es propietaria de varias casonas en el centro de la ciudad y edificios que se han ido desocupando al trasladarse los planteles al nuevo campus DCEA Marfil.

De acuerdo con información proporcionada por académicos y personal administrativo en cada división existen salas de juntas a las que no hay acceso. De hecho en la división de Derecho, refirieron que el espacio que albergaba una biblioteca también será convertido en sala de juntas.

La intervención duró dos años, desde febrero del 2016 hasta febrero del 2018,  y se realizó en tres etapas con trabajos que van desde demolición, aplanados y colocación de pisos, construcción de cisterna, baños, un muro falso, aire acondicionado, hasta acabados en madera y cantera. En total la inversión fue Un millón 941 mil pesos.

La finca tiene cuatro cuartos, uno habilitado para recepción, en otro estará la sala de espera, uno más la sala de juntas con una mesa y 12 sillas, y en el último estarán dos baños y una cocina.  En total son alrededor de 80 metros cuadrados.

El director de Infraestructura y Servicios Universitarios, Eloy Juárez Sandoval informó que en el 2015 la Universidad de Guanajuato pasó a ser propietaria del inmueble luego de que el dueño falleciera y los deudos no reclamaran la propiedad, que consta de dos pisos. La UG solo tiene las escrituras de la planta baja.

Juárez Sandoval justificó que el gastó que se hizo en la finca, fue porque ésta se encontraba en pésimas condiciones estructurales, “cuando llegamos estaba en un grado de deterioro, muy mal, antes de empezar los trabajos tuve que ir a hablar con el vecino de arriba para ver el estado de conservación de su casa, porque abajo teníamos muchos deterioros, era un espacio muy abandonado”.

“La idea es que este espacio tenga una utilidad para sala de juntas, reuniones o bienvenidas a diferentes personas que llegan a la Universidad. O como tenemos pocas salas de juntas en la universidad si tenemos que tener, a veces, se requieren”.

Las etapas

Fue en el 2015 cuando la Universidad de Guanajuato solicitó la anuencia del INAH para realizar los trabajos en el inmueble catalogado, así como la licencia de construcción en Desarrollo Urbano. Ambas fueron otorgadas.

La primera etapa se ejecutó de febrero a junio del 2016 y se le destinaron los primeros 735 mil pesos. El contratista al que se asignó la obra fue al ingeniero Baltazar Vargas Hernández, con especialidad en restauración de sitios y monumentos.

Los trabajos consistieron en la restauración y reestructuración de la casa “para garantizar la estabilidad”, dijo Eloy Juárez, incluyendo procesos de demolición, aplanados y colocación de pisos en barro negro, el anterior piso era una mezcla de cantera verde, y pedazos de pirindongo.

Destacó que respetando los criterios del INAH, se rescataron elementos arquitectónicos, como la hornacina e hidrante de la fachada, con la limpieza de la cantera, “ahora que la restauramos, vemos a turistas tomándoles foto”.

Eloy Juárez director de Infraestructura de la UG Foto: Tere Segura

Restauración y mantenimiento de la viguería de madera de la techumbre, con todo y fumigación y tratamiento. La construcción de una cisterna, “porque la parte de arriba no es de nosotros y no podemos poner tinacos, entonces tuvimos que hacer excavación para meter una cisterna subterránea con electro niveles y alimentar a los baños, la cocina” explicó.

También se tuvo que llevar a cabo el desmantelamiento de instalaciones eléctricas e hidráulicas, así como la integración de aero-drenes hacia el exterior, para evitar filtraciones que generan humedad en los muros. Asimismo se dio mantenimiento a un mezzanine.

Se arregló del registro y se construyeron dos baños. Se integraron drenes de ventilación, aplanados, y pinturas a la cal, como lo exigió el INAH.

Para la segunda etapa se destinaron 775 mil pesos del presupuesto 2017, la obra que se ejecutó de julio a octubre del mismo año, estuvo a cargo del arquitecto Javier Meléndez.

Los trabajos que se realizaron consistieron en refuerzo estructural a base de PTR para colocar sobre muros, es decir que se adosaron elementos metálicos para colocar un muro falso con el acabado final que la UG decidió “porque el INAH nos dijo debes respetar el muro como está”.

Se colocó una escalera metálica con escalones de madera para subir al mezzanine, en el que se colocaron barandales de vidrio, “nos va a servir mucho para poner algunos lokers metálicos y guardar bibliografía, libros que son de uso cotidiano y que se requieren en cualquier momento”.

En una primera etapa se colocaron duelas de madera en el área de acceso. Instalaciones eléctricas como contactos, apagadores.

Se colocaron puertas de madera y jambas de cantera en los marcos de las puertas sobre la fachada.

El último contrato fue por 433 mil pesos se le adjudicó al mismo contratista de la segunda etapa Javier Meléndez y se ejecutó de diciembre del 2017 a febrero del 2018.

Eloy Juárez informó que en esta tercera etapa se afinaron todos los detalles y acabados “para que esté lista para su uso”.

Se llevó a cabo suministro y colocación de duela en áreas complementaras, los pisos y espejos en baños, ahí también se instalaron extractores de aire. En la Sala de Juntas se colocó un plafón, aire acondicionado “porque como está encerrado sí necesitamos sacar el aire y además por las humedades necesitamos que se ventile”.

Se colocaron puertas interiores y exteriores, se instalaron las luminarias, se colocó protección de herrería en las puertas y ventanas de la fachada, placas de cantera verde en el piso, en cada uno de los accesos, para evitar daños al piso de madera.

Se colocó un muro de cristal para dividir los baños de la cocina. Se pintaron los muros, se hizo limpieza de viguería, y de la obra en general.

Contratos directos

Eloy Juárez explicó que todos los contratos fueron por asignación directa, pues de acuerdo a la ley de obra pública del estado los montos menores a 1.5 millones de pesos pueden ser adjudicados directamente.

Para la contratación de Javier Meléndez que estuvo a cargo de las dos últimas etapas, dijo que él se hizo cargo de la modificación y rehabilitación del acceso principal del edificio central de la UG, “donde pusimos escudo de universidad, el piso y las puertas de vidrio que abren y cierran”.

“De acuerdo a la evaluación de contratistas, los que nos quedan mal ya no los volvemos a contratar, y él nos quedó bien”.

Foto: Alfonso Ochoa

Los permisos

El delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) David Jiménez Guilllen informó que la licencia de obra se otorgó el 7 de julio del 2015, luego de que la Universidad de Guanajuato presentará un proyecto de levantamiento arquitectónico y una propuesta de rehabilitación y restauración del inmueble para devolverle condiciones de ser habitado.

La solicitud fue aprobada por la Junta de Monumentos Históricos que está integrada por seis arquitectos y el titular del INAH.

El delegado del INAH dijo que los inmuebles históricos deben intervenirse, tocarse y adecuarse a funciones actuales, sin menos cabo de sus valores arquitectónicos, “hoy en día la tecnología nos permite llevar una vida más confortable, anteriormente los cuartos  no tenían sanitarios tenían letrinas, y hoy en día es perfectamente adaptable de tal manera que se permite que inmuebles tengan sanitarios al interior de cuartos, como en este caso que se construyó uno baño más”.

“Se trata de que los espacios sean confortables y ofrezcan condiciones óptimas para que personas puedan habitarlas, eso buscamos, que inmuebles queden en condiciones de seguir prestando servicio y ganarse la vida, cualquier propietario lo puede hacer y siempre lo estaremos apoyando. Queremos erradicar ideas de que los inmuebles no se pueden tocar, no autorizamos cuando hay modificaciones severas”, argumentó.

Explicó que la licencia de obra se renovó el 28 de julio del 2016. También se otorgó una licencia el 7 de julio del mismo año para la colocación del muro falso, “para que tuviera el acabado al gusto de la universidad y que no tocará los aplanados originales”.

La UG también cuenta con una licencia del INAH para la colocación de una placa de 20 por 10 centímetros con una leyenda de “inmueble catalogado propiedad de la Universidad de Guanajuato”.

Trato privilegiado

La dirección de Desarrollo Urbano del municipio, que encabeza Carlos Morril Yllades informó que se permitieron los trabajos de remodelación a la UG bajo el oficio DPV/621/2017, cuya última renovación fue el 1 de septiembre del 2017.

Morril señaló que a la Universidad de Guanajuato se le da un trato especial, pues a su decir de acuerdo a la normatividad a la UG y a Gobierno del Estado no se les cobran los permisos.

Es decir, que basta con que la UG gire un oficio en el que informen la obra que va a realizar, y, a través de oficio Desarrollo Urbano contesta si se les da autorización o no, “porque si les damos permiso tendríamos que cobrarles porque vienen foliados”.

“Con la universidad manejamos algo especial, de hecho a la universidad y a gobierno del estado les damos los permisos sin costo, porque así lo dicta la ley, lo hacemos en una especie como de paquetes, ahí no hay ni permiso, son oficios mediante los cuales les damos o no autorización para hacer obras”.

Morril señaló que es la ley orgánica municipal la que establece  la exención de cobro para la máxima casa de estudios de la entidad y para gobierno del estado.

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