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domingo, abril 28, 2024

Desgobernadores

Desde la invención de México, los territorios locales han sido el problema.

República federal o central, imperio o dictadura, hegemonía o democracia formal, no le hemos atinado a gobernar los territorios que configuran el gran territorio.

El priismo no se quebró demasiado la choya y prolongó la idea profiriana del jefe político para cada porción: el presidente le daba un territorio a su elegido como jefe político para encargarse de una entidad; por eso, cada gobernador era dedeado por el preciso, postulado por el partido y elegido sin casi oponentes.

Cada seis años se pusieron y quitaron gobernadores según necesitara la presidencia. Guanajuato, por ejemplo, vio cómo se encumbró a Enrique Velasco Ibarra y para luego defenestrarle; también pudimos ver cómo Salinas presidente llegaba a un acuerdo con Ramón Aguirre, electo gobernador, para que dejara su lugar al panismo útil. Todo eso y más podía el presidencialismo.

Pero las crisis recurrentes, el retiro del Estado benefactor y el empuje transicional modificaron al viejo esquema político mexicano. Zedillo tomó distancia del PRI y lo dejó solo a sus fuerzas. Por ese elemento, entre otros, el priismo tuvo que dejar la principal posición de poder en manos de la banalidad foxiana al comenzar el siglo veintiuno.

Con el inservible foxiato, las fuerzas de facto se vieron liberadas de todas sus ataduras. De allá pa’cá, las gubernaturas se resuelven al interior de las fuerzas habilitadas como partidos políticos. Y la criminalidad expandió sus labores y territorios.

Sin controles, los poderes locales hacen y deshacen según sus intereses. Los gobernadores ya no tienen ni al presidente encima ni a sus partidos controlándoles; los contrapesos formales no sirven más que a la voluntad del señor, sean del partido que sean. Por tanto, no es extraño que cualquier gobernador quiera ser candidato presidencial, como Fox y Peña que tuvieron éxito al usar todos los recursos de su gubernatura para lograrlo.

Y si los poderes formales se traban con los delincuenciales, el resultado salta cotidianamente a la vista. Por eso, México es hoy un archipiélago resultado de la metástasis de la ingobernabilidad corruptora.

Arturo Miranda Montero
Arturo Miranda Montero
Profesor y gestor asiduo de la política como celebración de la vida juntos.

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