La carísima publicidad del gobierno de Guanajuato nos deja dos certezas: que Miguel Márquez vive en su confort y que el panismo se prepara “por más”.
En realidad nada nuevo. Todos los gobernadores que han transitado el cuarterón secular guanajuatense han hecho y dicho exactamente lo mismo: son esas muñecas que cada vez contiene alguna más pequeña. Y Márquez es un gobernador empequeñecido. El de la fila, aún más…
¿Qué caso tiene lanzarle las taras del régimen que encabeza? Él, como sus antecesores, se cubren con el manto azul de los suyos y niegan cualquier impertinencia ajena: quién mejor para encarnar la decadencia que el duranguense Ling que ha estado todo este tiempo lanzando sofismas sublimes: “el gobernador no ha matado a nadie y nadie puede achacarle la inseguridad”. Poncio se lava las manos dejando ver que lo suyo no es gobernar…
En un alarde de ociosidad, podemos hincarle el diente a la parafernalia publicitaria oficial (incluida su fiesta privada para endiosar al que luego olvidarán). En esa prestidigitación quedan claros los trucos: se gobierna para los propios y, acaso, algo escurre de la benevolencia del presupuesto que como nunca han dilapidado.
En un estado que tiene una economía informal que ocupa a 6 de cada 10 personas, el régimen caduco atiende clientelarmente a 4 más o menos; aquellos, que se rasquen con sus uñas (incluidas las del crimen guachicolero, narco, extorsionador y demás que pueblan de adjetivos de línea roja que horrorizan a los rezanderos que pueblan las instituciones públicas con sus “valores”).
Y sí, van por más. Qué desgracia.
