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viernes, abril 26, 2024

“Tezcatlipoca, nuestro ser interior”de Arturo Meza Gutiérrez (1997)

Esta es una gran lectura que nos invita a reflexionar el pensamiento filosófico de los antiguos mexicanos, en especial de los mexicas, que acumularon el conocimiento de más de tres mil años y lo plasmaron de manera magistral en su diario vivir. Aunque he asegurado en pláticas que, al menos este grupo que se enfrentó al grupo que llegó de Europa, tenían motivos políticos, religiosos y económicos en el manejo de muchos de los personajes e imágenes que incluyeron en su cosmovisión. Pablo Moctezuma Barragán asegura en el libro “Moctezuma y el Anahuac” (1999), que los antiguos mexicanos no concebían a esos personajes como deidades, más bien como fuerzas de la naturaleza, tema en lo que estoy muy de acuerdo.

Aclarado este punto, me atrevo a decir que Tezcatlipoca, es uno de los personajes que envuelve una parte filosófica muy importante; no el atributo que los invasores le dieron para ser el representante de la guerra o, en algunos casos, del mal.

Las dos cosmovisiones tan distintas provocaron muchos desaciertos para poder entender la profundidad de los conocimientos de los antiguos mexicanos, y lo más sencillo para esto europeos, era equiparlos con el conocimiento que ellos tenían.

No habría posibilidad de continuar sin considerar la etimología del nombre que se le dio a este personaje. El idioma náhuatl es aglutinante, así que la palara Tezcatlipoca se divide en tres partes: “Tezcatl” que significa espejo; “Poca” es un verbo que refiere a humear; la “i” tiene un uso muy importante en la ligadura de palabras. Entonces, de manera muy simple la traducción sería: Espejo Humeante, que es como los europeos lo conciben al momento de definirlo en castellano.

El concepto es más profundo, y tiene que ver con lo que “no podemos ver en un espejo empañado, pero que ahí está”. Es esa parte que tenemos dentro de nosotros, ese ser que habita en nuestro interior, y que en ocasiones no nos deja  ver más allá de lo evidente. Es esa imagen que se refleja en un espejo, pero precisamente por lo empañado, no deja que nos reflejemos y nos conozcamos; no nos deja averiguar de lo que somos capaces; no nos permite ver el camino y eso nos produce temor si queremos caminarlo: es Nuestro Ser Interior.

Ese que varios siglos después algunos investigadores le llamaron “inconsciente”, “yo”, ello” y otros conceptos; que desde épocas de los antiguos mexicanos ya se concebía para distinguir a cada ser humano, por lo que es, pero también por lo que no es. Y no tiene nada que ver con algo “oscuro” como se supone que sea esa parte de nuestro ser tal y como lo describen los invasores. También Tezcatlipoca es el corazón de la montaña, otra de sus atribuciones.

En el idioma náhuatl no hay una palabra que defina “malo”. Existe ahmo cualli, que se traduce como “No Bueno”, y que nos remite a una noción distinta a la visión europea.

Así que, “Tezcatlipoca, nuestro ser Interno”, es un libro que nos mostrará esa carga filosófica que pregonaban los antiguos mexicanos, previo a la conquista, y que de manera tajante se les arrebataron esos conceptos tan exactos y bellos, como el que le platico. Y volviendo a la aclaración del inicio: no son deidades, son fuerzas de la naturaleza, en este caso hablamos de la mente.

Les recomiendo que consulten el artículo que escribí para otra columna en este periódico digital, y conozcan en qué lugar está este personaje en la cosmovisión del mundo mexica. Les diré que entre él y Quetzalcoatl, son la dualidad creadora y destructora de las Eras anteriores al Quinto Sol. https://zonafranca.mx/opinion/hablemos-de-arqueologia/capitulo-4-nahui-ollin-cuatro-movimiento

Y muy rápido les voy a describir cómo Tezcatlipoca se representa en algunos códices. Una de las características más importantes para distinguirlo es que le falta un pie o está descarnado, y en ese lugar, donde falta el pie, aparece un espejo que se mantiene humeando. Siempre trae consigo un atado de flechas y un escudo (chimalli), y su cara está pintada con una línea, distinguiéndolo como Guerrero.

En fin, hay toda una mitología en Mesoamérica que envuelve a este ser, pero para los mexicas era lo que aquí le comento, aunque en otros lugares  mesoamericanos en donde se ha detectado el culto a un ser con esas características, faltan muchas que descubrir, y por eso le invito a que lea el libro.

El autor, tiene muchas obras escritas, acerca de la cosmovisión mesoamericana. Recomiendo buscar más de su trabajo, en caso de querer interiorizar en la filosofía prehispánica. Aquí una liga a su biografía. https://altepetl.com.mx/authors/meza-gutierrez-arturo/

Estimado lector(a), espero su comentario al correo que viene al final del artículo. Después que tenga oportunidad de leer esta obra, le solicito me haga favor de honrarme con su opinión, y de esa forma podamos compartir las sensaciones que le provocó esta recomendación. 

La siguiente entrega será “Forjando patria” de Manuel Gamio. Un gran pensador de inicios del Siglo XX. Un hombre comprometido con la ciencia y su País: México. Un crítico de la historia y por ende un gran conocedor de la misma. Un gran arqueólogo. La obra es una invitación a ser un buen mexicano.

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Luis Humberto Carlín Vargas
Luis Humberto Carlín Vargas
Arqueólogo egresado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Coordinador General del Proyecto Cultural León Prehispánico (PCPAC). Coordinador Académico de los Diplomados de Arqueología e Historia de México (DAeHM). Ingeniero en Sistemas. Músico. Correo electrónico: luishumberto.carlin@pcleonprehispanico.com

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