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viernes, abril 26, 2024

Trigésima Sexta Disquisición. Gigantes gentiles indefensos

Hoy, 23 de julio, se celebra el Día Internacional de las Ballenas y los Delfines, y los nombro con mayúsculas, ya que ambos, entiendo, son importantes en el equilibrio ecológico. Y en esta colaboración, trataré de enfocarme en esos gigantes amables y especiales que son las Ballenas, y el suplicio que fue para las diferentes especies de ellas, encontrarse con el mayor devastador del planeta: el Homo depraedator, como desde hace tiempo he nombrado a la especie que representamos Usted y yo, estimado lector(a).

Son mamíferos, pero con condiciones muy distintas a las de la especie humana. No voy a profundizar mucho en su clasificación científica, ya que esta colaboración va en otra dirección: el respeto y la ética por esos enormes seres. Solo apuntaré lo que sigue: Los Balénidos (Balaenidae) son una familia de cuatro cetáceos misticetos, divididos en dos géneros: Balaena y Eubalaena. Para más información, dejo esta liga. Hoy en día se tiene registro de al menos las siguientes especies: Ballena beluga, Ballena boreal, Ballena franca, Ballena gris, Ballena jorobada, Ballena narval, Cachalote, Ballena piloto, Ballena azul, Ballena minke y Rorcual común.

Su trágico encuentro registrado con su mayor depredador, data del Siglo XI por pescadores españoles que hicieron de las suyas con una especie que era muy lenta y muy fácil de cazar. Estudios han revelado que la caza es anterior a esa fecha, por evidencias de pinturas rupestres donde aparecen imágenes de ballenas, en que no se demuestra la depredación, pero en mi opinión, no dudaría ni tantito esa práctica.

La mayor devastación antrópica, a una de las especies (Ballena boreal), se da hacia fines del Siglo XVIII (1790), y se recrudece, en el primer tercio del Siglo XIX, donde se logró disminuir la población de veinte mil a cinco mil. Esto de esa sola especie, que era muy cotizada por muchas cosas, que para los “civilizados”, eran importantes, como el “necesario” corsé (o corsete) para dama, fabricado con piel de ballena, o las “indispensables” peinetas y diversos souvenirs que se elaboraban con hueso de Ballena. Pero si algo fue importante en aquella época, era que con la grasa del indefenso gigante, se solían alumbrar las calles de los “inteligentes” humanos.

En el último tercio del Siglo XIX (1870), la “brillante” mente humana creó un arpón artillado que contenía además de la punta del arpón, una carga explosiva, que asesinaba a su víctima en pocos segundos, y ahí quedaba el mamífero, sin ninguna posibilidad de escaparse, y como solía suceder en el inicio de ese mismo siglo, arrastrando a sus victimarios hasta que ya no podía más. El final del Siglo XIX, trajo una industrialización, y la consiguiente sobrepoblación en centros importantes, que requerían jabón y margarina, que se obtenían, también, de la grasa de Ballena.

En 1911, se propone poner fin a la caza despiadada, en donde ya se había logrado extinguir al 99%. Y aunque no se logró mucho, ya no eran cazadas de forma indiscriminada; pero las cargas de profundidad para hundir barcos y submarinos en la 1ª Guerra Mundial, terminó mermando la poca población que restaba.

Justo antes de la 2ª Guerra Mundial, se salvaguarda a la Ballena boreal (la primera de todas las especies de Ballenas en protegerse), gracias a que se dictan algunas leyes de los derechos animales.

Pero en 1969, el “boom” petrolero llega a los confines boreales a destruir el hábitat natural de estos grandes mamíferos, y los orillan a adaptarse a condiciones pésimas de sobrevivencia.

Y para el inicio del 3er. Milenio, el cambio climático es una realidad perversa, en la que cada uno tenemos una parte importante de culpa. Hay menos hielo, pero hay más humanos, lo que se traduce en DEPREDACIÓN. Ya no hay tanta caza, pero tampoco hay un aumento considerable de la población de los Balénidos.

Le invito a completar esta lectura con dos colaboraciones en esta misma sección, que le ayudarán a ampliar este tema: La huella ecológica y Ética ecológica.

 

Es indignante el tratamiento a este y otros seres vivos, que sufren solo por la IRRACIONALIDAD del Homo depraedator .

Y Usted estimado lector(a), ¿está de acuerdo en que un gigante noble, que no nos hace daño, le sea proferida muerte tan sádica, para obtener diferentes productos para nosotros?

#DisquisicionesSociales       #DisquisicionesSocialesCarlín

arqueolobocarlin@gmail.com

Ballena boreal. Crédito a quien corresponda.
Luis Humberto Carlín Vargas
Luis Humberto Carlín Vargas
Arqueólogo egresado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Coordinador General del Proyecto Cultural León Prehispánico (PCPAC). Coordinador Académico de los Diplomados de Arqueología e Historia de México (DAeHM). Ingeniero en Sistemas. Músico. Correo electrónico: luishumberto.carlin@pcleonprehispanico.com

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