José Agustín es uno de los escritores mexicanos que más me han cautivado, gracias a su especial forma de relatar, pero sobre todo, por el reflejo que me causan muchas de sus historias. En este espacio he comentado varias obras de dicho autor. Dejo las ligas de cada una de ellas, para que tenga a bien consultarlas y conocer un poco más de este prolífico escritor. (La panza del Tepozteco; La contracultura en México; Abolición de la propiedad; Tragicomedia Mexicana I; Tragicomedia Mexicana II; Tragicomedia Mexicana III; La Tumba).
La obra que hoy reseño, es lo más cercano a una autobiografía del autor, en la que va relatando una juventud inquieta, con claroscuros, más claros que oscuros, y unos oscuros muy agustinescos.
Esta novela se divide en tres partes, que son: Quién soy, dónde estoy, qué me dieron; Tienes que entrar para salir y, El rock de la cárcel.
Entre lo biográfico, aparecen algunas licencias del autor para poder lograr el objetivo de llegar más profundo en aquellos que lo leemos. Y claro que lo consigue. Algunos momentos se pueden percibir irreverentes, pero así es la vida, y muchas veces así la vivió el autor.
En la primera parte, el relato versa sobre sus inicios como escritor, y muchas aventuras relacionadas con esa época, en donde tuvo la oportunidad de conocer a muchos autores importantes, entre ellos Juan José Arreola, que fue el primero que impulsó la obra de José Agustín.
No podemos olvidar otros de los grandes escritores que desfilaron en su vida, entre ellos: Carballido, Gerardo de la Torre, Monsiváis, Poniatowska, Hugo Argüelles y, uno de los más importantes, José Revueltas; con el que tuvo la oportunidad de convivir en el Palacio Negro de Lecumberri, a donde José Agustín llegó por un “apañón” de la policía, en una casa donde se acostumbraba fumar mariguana, trama que relata en la tercera parte de esta obra, entre otras cosas.
La segunda parte de esta autobiografía, se centra mucho en su relación con Angélica María (¡sí!, una de las actrices mexicanas más “fresitas”), que da por resultado una película en extremo rara e irreverente: “5 de chocolate y 1 de fresa”. Una historia de una joven novicia que habitaba un convento, y que se transformaba al consumir unos hongos adquiridos por las monjas en Oaxaca; al consumirlos le daba por escaparse del convento a vivir una vida disipada.
Mientras se rodaba la película en 1967, el autor tuvo oportunidad de convivir con músicos mexicanos que participaron en ella. Entre otros, los Dug Dug’s. Varias de las letras de las canciones de esta película las escribió José Agustín.
Tanto su estancia en la cárcel, como su experiencia con diferentes drogas (LSD, hongos, mariguana, etc.), le permitieron abordar temas para varias novelas. Una de esas novelas es, “Se está haciendo tarde”, que en lo particular, disfruté mucho, y como ya lo mencioné anteriormente, la tercera parte de “El Rock de la Cárcel”, es una breve síntesis de esa obra.
También relata en esta obra un “viaje” con hongos, pero lo hace tan explícito y detallado, que logra que el lector le acompañe a ese viaje y lo viva con él. ¿No me cree? Pruebe leerlo y se convencerá.
Estimado lector(a), espero su comentario al correo que viene al final del artículo. Después que tenga oportunidad de leer esta breve narración, o mejor, si lee la obra, le solicito me haga favor de honrarme con su opinión, y de esa forma podamos compartir las sensaciones que le provocó esta recomendación.
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